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Foto del escritorRufino Pariacaca

La Ansiedad y el Estrés en los Escritores y Estudiosos: Una Reflexión sobre los Límites de la Creatividad y la Salud Mental

Autor: Hilder Alberca Velasco

En el mundo de los escritores y estudiosos, el estrés y la ansiedad son compañeros constantes. Vivir en la presión de crear, producir y alcanzar reconocimiento puede ser abrumador, especialmente cuando nos enfrentamos a la incertidumbre de si nuestro trabajo será realmente valorado. Es fácil perderse en esa vorágine de expectativas, tanto propias como externas, que nos empujan a buscar respuestas, a conseguir la ansiada notoriedad. Pero este afán de alcanzar logros y reconocimiento, de ver nuestros esfuerzos reflejados en la sociedad, muchas veces trae consigo un precio invisible: la salud mental.


A lo largo de mi vida, he experimentado cómo esta presión constante puede convertirse en un monstruo que acecha desde adentro. He caído en la trampa de buscar consuelo en el alcohol, como muchos antes que yo. El alcohol parece ofrecer una solución temporal, un respiro fugaz en medio de la tormenta de pensamientos que no cesan. Sin embargo, pronto me di cuenta de que, lejos de aliviar el dolor, solo lo intensificaba. El consumo, en lugar de ser un alivio, se convirtió en un ciclo interminable de dependencia emocional y física. Lo peor de todo es que, en mi experiencia, muchos no entienden lo que estoy viviendo. Para ellos, el acto de beber es simplemente un mal hábito, algo trivial, sin comprender que es una respuesta a la ansiedad y el estrés que produce la búsqueda constante de aceptación y éxito.


Este sentimiento no es ajeno a muchos grandes pensadores de la historia. Figuras como Karl Marx y Friedrich Nietzsche, conocidos por sus contribuciones filosóficas, también fueron consumidores de alcohol. Marx, atrapado en sus intensas investigaciones, recurría a la bebida para soportar las largas horas de trabajo y la presión de su tiempo. Nietzsche, en su lucha con sus propios demonios internos, se encontraba frecuentemente con el alcohol como su compañero. Incluso Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, no escapó a este destino. Freud, quien pasaba sus días descifrando los más profundos secretos de la mente humana, encontraba consuelo en el cigarro y eso incluso lo mato, aunque su adicción al tabaco se convirtió en una lucha constante con su salud.


Lo que estos grandes pensadores tienen en común, y lo que los une a muchos de nosotros, es la carga emocional de ser creativos y pensantes en un mundo que exige más de lo que podemos ofrecer. La ansiedad y el estrés surgen como sombras, acompañando cada idea, cada nuevo proyecto, cada nueva página que escribimos. La necesidad de sobresalir, de ser escuchados, de dejar una huella, nos impulsa, pero también nos desgasta.


Lo más doloroso es el malentendido que enfrentamos. La sociedad suele ver estos comportamientos como un simple "vicio" o una debilidad personal. Sin embargo, pocos entienden que la raíz de todo esto es un grito silencioso de aquellos que vivimos la presión de ser más que solo hombres y mujeres, sino símbolos de éxito, ideales, referentes. El estrés de alcanzar esa notoriedad que parece estar siempre a la vuelta de la esquina, pero que nunca llega del todo. El alcohol, el cigarro, o cualquier otra forma de evasión, se convierten en una respuesta a esta necesidad insaciable de encontrar paz, aunque sea por un momento fugaz.


La reflexión sobre este comportamiento no busca justificarlo, sino entenderlo. Es un llamado a todos aquellos que se sienten atrapados en este círculo vicioso: no están solos. Incluso los más grandes pensadores de la historia han tenido sus momentos de debilidad y lucha interna. El camino hacia la notoriedad no debe ser tan destructivo, y debemos aprender a reconocer cuándo estamos sacrificando nuestra salud mental por alcanzar algo que tal vez no nos traerá la paz que buscamos.


Es hora de dejar de ver estas luchas internas como simples debilidades y empezar a comprenderlas como parte del proceso de ser humanos, pensantes y, sobre todo, vulnerables. La notoriedad, la aceptación, y el éxito son deseos legítimos, pero deben ir acompañados de cuidado personal y, sobre todo, de comprensión. No necesitamos ser perfectos ni inquebrantables; solo necesitamos ser conscientes de nuestra humanidad y permitirnos sanar. No apto para todo tipo de estudiosos, dado que cada uno tenemos nuestras propias vivencias y experiencias.



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