El Fantasma de los Mundos Inconformes. Cartografía de la protesta global.
- Milton Calderón
- 21 oct 2019
- 6 Min. de lectura
Asistimos a un momento de la historia en la que pareciera que el espíritu humano se ha despertado simultánea y colectivamente. Varias manifestaciones, de distinta naturaleza, copan los medios, las redes, y los diálogos. Pero ¿qué tienen en común estas jornadas de rebeldía humana alrededor del mundo? Sin pretender en absoluto atribuirme la razón, ensayo a continuación una respuesta.
La cartografía de la inconformidad
Chile
Con el detonante del aumento de 30 pesos en el precio de los pasajes del metro, la población chilena se ha levantado en protesta en varios sectores del país. Esto ha provocado el daño material a varias de las estaciones del metro de la capital y a autobuses urbanos, mismos que finalmente hicieron que el presidente desista del aumento, sin poder, de momento, detener las protestas.

España
Luego de la sentencia del Tribunal Superior en contra de varios líderes independentistas de Cataluña, explotó una serie de manifestaciones que recuperan un conflicto histórico relacionado a la independencia y autonomía de la región. La principal causal de la sentencia tiene que ver con una “tentativa de secesión” posterior al referéndum llevado a cabo en 2017.
Ecuador
Posterior al anuncio del presidente de eliminar subsidios a la gasolina, entre otras reformas alineadas a los acuerdos del país con el FMI, estallaron las protestas en todo el territorio, lideradas primero por los transportistas y luego por los indígenas, quienes caminaron desde sus comunidades hacia la capital, bloqueando a su vez las principales vías del país. La fuerza de la protesta hizo que el presidente desista en el decreto y se plantee nuevos diálogos, lo que implica que las protestas están en una especie de “standby”.
Haití
Con un claro rechazo de la población haitiana Jovenel Moise se ve cada vez más acorralado. Como en todos los casos de protesta la represión del Estado no se hizo esperar y las manifestaciones se han tornado violentas. La petición de los manifestantes es que el presidente renuncie, dado que lo consideran incapaz de manejar la crisis económica y social del país. El presidente ha nombrado una comisión para promover el “diálogo”.

Colombia
A causa de presuntas irregularidades en el manejo del presupuesto, estudiantes de la Universidad Distrital de Bogotá salieron a protestar, encontrándose con las fuerzas de seguridad y algunos excesos en el uso de la fuerza. Los disturbios se tomaron la capital por varios días, y encapuchados arremetieron contra bienes públicos y privados.
México
Tiroteos que se extendieron por varias horas y que dejaron en su camino muertos y heridos se desarrollaron en el marco de la captura del hijo de “El Chapo” Guzmán, en la zona de Culiacán. La cuestión acarreó la decisión del gobierno de volver a poner en libertad al prisionero por el cual se había montado todo el operativo, dejando voces a favor y en contra de dicha decisión.
Honduras
Una vez que el hermano del actual presidente de la nación fuera declarado culpable de narcotráfico, los hondureños salieron a las calles para protestar, como respuesta a una convocatoria de los opositores al régimen. Esto derivó en enfrentamientos violentos con la policía que usó cañones de agua y gases lacrimógenos. La protesta busca también la renuncia del mandatario.
Líbano
Una revuelta tecnológica y convocada por redes aparece en el Líbano en contra de la corrupción y los políticos, después de que el gobierno anunciara una tasa a las llamadas por plataformas de mensajería por internet. Esto provocó un ultimátum del gobierno, dando 72 horas para que se replieguen las medidas, y mejorar la situación económica del país. Hasta ahora hay dos muertos y varios heridos.

Hong Kong
Son ya 13 semanas desde que la gente protesta en este país. La razón o el motivador de la protesta es la celebración del quinto aniversario de la decisión de las autoridades chinas de no permitir el sufragio universal y libre para elegir al jefe del gobierno hongkonés. Los manifestantes se concentraron pese a que las autoridades lo habían prohibido, en jornadas de enfrentamientos violentos y destrozos a la propiedad.
Los puntos de encuentro
Si bien los detonantes, las formas y los espacios de la protesta difieren de país en país es importante mencionar que existen puntos en común entre ellas. A primera vista, podemos notar el principal de ellos, y es que existe una suerte de estructura que acompaña a las diferentes protestas alrededor del mundo. En todas hay un punto de quiebre de las relaciones aparentemente pacíficas, lo que quiere decir que hay un momento particular que organiza e inaugura la protesta, aunque esta no puede verse exclusivamente como su razón. En otras palabras “algo derrama el vaso”, y no podría entonces simplificarse la protesta a un punto en concreto como suelen hacerlo varios medios al presentar sus reportes.
Esta chispa, poco a poco, se convierte en incendio. Vemos en la mayoría de las protestas una violencia sin precedentes si las relacionamos con otras que han existido anteriormente, lo cual ha resultado determinante pues favorece un excelente pretexto para la represión. Por lo tanto, la otra cara de la moneda, es que en la mayoría de ellas hay reportes de excesos de violencia de parte de las “fuerzas del orden”, y en algunos casos denuncias de abusos de derechos humanos. En todas hay heridos y muertos y un sin número de espacios dañados, quemados, destruidos, o alterados.
Junto a la respuesta represiva por parte de los gobiernos, los discursos han resultado determinantes. Estos atraviesan: en primer lugar, la amplificación de la violencia en las protestas, básicamente con el fin de trasladar todo el peso de la culpabilidad a quienes se manifiestan sin asumir ningún posible error en el camino; en segundo lugar, la búsqueda de chivos expiatorios en quienes colocar materialmente la culpa, de modo que, mientras se amplifica la violencia se reduce e in-visibiliza la fuerza de la movilización; y, en tercer lugar, el aparente llamado a retomar la paz y a establecer diálogos, cuando no los ha habido antes.
En relación a la violencia desenfrenada, ha surgido, en paralelo, una línea de argumentación que defiende la misma, por supuesto no como parte de un abuso y de una intención de desmarcarse del principio de “manifestación pacífica”, sino en relación a mostrar la posición de los manifestantes y la necesidad de alcanzar sus objetivos aún cuando esto implique una lucha de magnitudes nunca antes vistas. Por supuesto, condenable, la violencia en las protestas ha sido fundamental en el logro de varios de los derechos de los que hoy gozamos.
Ahora, ¿es posible que un grupo de personas racionales se descontrolen a tal punto que comiencen a destruir todo y a generar focos de vandalismo que exceden los intereses de la movilización? Si acordamos que el principio es que la “masa es más tonta que el más tonto de sus miembros”, entonces sí, y con este llega la necesidad del fantasma, o si se quiere del alien (que aliena). No es casual que algunos gobiernos como el de Ecuador o Chile se hayan preocupado de trasladar el problema a un tercero invisible (al menos en territorio), aduciendo que Venezuela, Rusia, los medios u otros son los que han llevado las protestas en su intento de desestabilización.
La credibilidad en este discurso es tal que, en las redes sociales, han proliferado distintas mofas a esta idea que da muestra, además, de la credibilidad de los mismos gobiernos. Por ello es que el llamado al diálogo no deja de inscribirse en el ámbito de un discurso que no necesariamente pasa por la posibilidad de su realización. En el foco de las protestas se han encargado de crear un espejismo, una ilusión, lo cual cabe resaltar pues da también muestras de cómo los gobiernos miran a sus ciudadanos. Son “muy propensos a la manipulación”, leía en algún tuit sobre los indígenas en el Ecuador, antes de que ellos mismo se encarguen de demostrar, en vivo, que no lo son.
Es posible, más allá de todo esto, que el fantasma esté en otro lugar, y efectivamente vemos que otro de los puntos comunes de las protestas es el deseo ferviente de la gente de cambiar las diferencias estructurales cada vez más visibles en la sociedad, y que se muestran en sus políticas (como en los acuerdos con el FMI), en sus síntomas (como el narcotráfico) o en sus consecuencias (como la corrupción generalizada). Nuevas protestas se anuncian y hay un “no se qué” que mantiene intranquila a la población de todo el mundo. “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo” decían Marx y Engels en 1848. Hoy en un nuevo contexto global, ¿podemos decir que ese fantasma es más bien el del capitalismo neoliberal?
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